Grandes enseñanzas de héroes y dioses clásicos sobre “employee journey” - Motiva
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Grandes enseñanzas de héroes y dioses clásicos sobre “employee journey”

Escribimos para vos: compartimos notas, tendencias y reflexiones acerca del mundo de la comunicación interna.

Considerar el viaje del héroe griego Ulises ilumina dos aspectos del “employee journey” que no siempre tomamos en cuenta. Por un lado, que no hay trayecto exitoso sin proyecto que entusiasme; por el otro, que los atajos siempre llevan rápido pero nunca conducen lejos, y similares enseñanzas nos ofrecen las aventuras y desventuras de dioses como Atenea, Poseidón y Dionisio.

De acuerdo con el Cambridge Dictionary, la fuente más autorizada sobre el significado de las palabras en inglés, una de las sorprendentes acepciones de “journey” es “a long, difficult, and often adventurous trip”.

A primera vista al menos, esta mirada heroica no parece un sinónimo evidente de las que solemos entender como fases de la trayectoria profesional: reclutamiento y contratación, “onboarding”, compromiso y desarrollo del empleado, reconocimiento -esto es, compensaciones y beneficios- y por último salida.

Sin embargo, héroes clásicos como el Ulises de Homero nos enseñan que sí. De hecho, pocas palabras definirían mejor a la Ilíada y a la Odisea que esa acepción de “journey”.

Ulises, Odiseo en griego, emprende un doble viaje: de ida a la guerra de Troya y de regreso a Ítaca, su patria, donde lo esperan su esposa Penélope, su hijo Telémaco, su padre Laertes e incluso su mítico perro Argos.

Ulises se reencuentra con Penélope

Como suele ocurrir con los héroes griegos, y de alguna manera con los de todos los tiempos, el “journey” de Odiseo está lleno de peripecias y peligros, algunos incluso mortales.

Dos de ellos presentan poderosas lecciones para el “employee journey”, enseñanzas más reveladoras todavía en tanto que no se suele hablar de ellas.

__1. No hay trayecto si se pierde de vista el proyecto.

En una de las etapas del regreso a Ítaca, Ulises y sus compañeros llegan a la Isla de los Lotófagos, así llamados por alimentarse de flores de loto, una flor deliciosa y por lo tanto apetecible, pero cuyo efecto era perder el deseo del regreso hacia quienes con amor esperan a los marineros: sus familiares, amigos y camaradas.

Muchos de los navegantes de Ulises las comen y pierden lo que Odiseo llama “la luz del regreso”: no fueron capaces de volver. Ninguna de las fases tradicionales del “employee journey” da cuenta de este peligro y del que todos, sin embargo, tenemos experiencia más que sobrada: sin proyecto no somos viajeros sino errantes e incluso náufragos.

Ulises nunca perdió el destino ni la profundidad de su mirada

__2. Ningún atajo lleva verdaderamente lejos. Y si eso ocurre, muy posiblemente no valga la pena ni nos haga mejores. En contra de lo que se cree, los atajos tan solo llevan más rápido.

En el canto XXII de la Odisea, la diosa Circe advierte a Ulises y sus compañeros de un peligro inminente, que deberán navegar en su camino a Ítaca cerca de la Isla de las Sirenas, y el peligro consiste en que, embelesados por su canto, los marineros saltan de sus navíos para poder escucharlas mejor y perecen ahogados.

Siguiendo el Consejo de Circe, los marineros de Ulises sellaron con cera sus oídos y el propio Odiseo pidió además que lo ataran al mástil del navío y que no deshicieran sus nudos por mucho que él insistiera.

Así ocurre a veces en el “employee journey” con la seducción del éxito fácil, con la atracción que ejerce sobre nosotros lo superficial, la apariencia, con la tentación de saltarse las etapas, de tomar atajos que pueden ser legales -y hasta permitidos institucionalmente- pero faltos de ética, atajos que en última instancia ni nos llevan lejos ni nos hacen mejores.

Estos dos episodios concretos, y casi todas las restantes peripecias de Odiseo, contienen la misma enseñanza tan bien resumida por el pensador romano Séneca: “quien no sabe a qué puerto navega, ningún viento le es favorable”.

Ulises lo sabía, por eso conservó “la luz del regreso”, por eso tuvo la fortaleza de decir no al atajo que apartaba su trayecto del proyecto, por eso llegó a destino, por eso su “journey” fue feliz.

A pesar de la omnipresencia de Ulises como el gran héroe griego, y hasta como arquetipo de la existencia humana, no solo los mortales entre los griegos nos entregan poderosas enseñanzas sobre el «employee journey». Algunos dioses tienen también mucho para decir.

Lo que nos enseñan tres dioses

__1. Atenea, diosa de la sabiduría, nos enseña que una de las principales claves para lograr un “employee journey” exitoso es la educación continua. Esto significa proporcionar a los empleados recursos y capacitaciones que les faciliten llevar a cabo sus tareas de la mejor manera posible.

Al capacitar a los empleados se les dará la oportunidad de desarrollar sus habilidades y conocimientos, aumentar su productividad y con ello encontrar más y mejor sentido del trabajo y disminuir el estrés laboral, entre otros beneficios.

__2. Poseidón, dios del mar que se relacionaba con el inframundo -provocaba terremotos en sus momentos de ira-, era también uno de los dueños originales del Oráculo de Delfos, y nos enseña la importancia de la comunicación para lograr un buen “employee journey”.

La comunicación clara, sincera, directa y fluida entre los empleados -tal cual hablaba el Oráculo-, los mandos intermedios y los directivos es vital para que los colaboradores se sientan valorados, respetados y apoyados.

Así, el diálogo abierto y el respeto mutuo entre todas las partes son fundamentales para crear un ambiente laboral favorable y motivador en el que los empleados se sientan cómodos y felices de trabajar.

Poseidón

__3. Dionisio, el dios de la alegría, nos enseña la importancia de la motivación para lograr un “employee journey” fecundo y que permita la autorrealización. La motivación es una de las claves para lograr el éxito de los empleados, ya que promueve la energía necesaria para que puedan desempeñar sus tareas con entusiasmo.

Entre otras acciones, lo anterior se puede lograr reconociendo sus logros y recompensando su buen desempeño con incentivos, cada vez más relacionados con el bienestar, y muchas veces con gratificaciones simbólicas y no solo monetarias. Esta motivación los ayudará a trabajar mejor y a alcanzar sus metas con mayor facilidad.

J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis

En una fría y lluviosa noche invernal, a la salida del University College de la Universidad de Oxford, caminaban en una charla entusiasmada dos grandes amigos, J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis.

Tolkien ya había publicado el primer tomo de El Señor de los Anillos y Lewis, un gran ensayista filosófico, estaba dando sus primeros pasos con las Crónicas de Narnia. Pero se encontraba atascado. Muy atascado. Y le confesó a Tolkien que el motivo de su tribulación era el conflicto entre querer presentar un relato mítico y al mismo tiempo, lo que era contradictorio, poder presentar a sus jóvenes lectores alguna verdad.

Tolkien lo miró entrañablemente, como solo los amigos saben hacer, le pasó la mano sobre el hombro y le confió su gran secreto: «Jack, los mitos son verdad».

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