De la oficina-espacio a la oficina-tiempo - Motiva
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De la oficina-espacio a la oficina-tiempo

Escribimos para vos: compartimos notas, tendencias y reflexiones acerca del mundo de la comunicación interna.

Durante siglos, la expresión coloquial “ir al trabajo” significó el movimiento de traslado hacia el lugar donde se desempeñaban las ocupaciones laborales, pero la pandemia y el “home office” generalizado cambiaron esta presunción para poner de relieve que el trabajo es una actividad y no un lugar, aquello que uno hace independientemente del espacio en el que lo realiza.

Lo anterior, sin embargo, no fue el cambio más profundo y radical que el COVID-19 trajo consigo en este aspecto. Lo más decisivo fue empezar a intuir, y todavía lo estamos haciendo, que el trabajo se refiere ante todo al tiempo, por mucho que siempre se realice en lugares, que además pueden ser muy diferentes a la tradicional oficina, y eso fundamentalmente porque ahora la oficina es uno mismo en tanto que uno mismo es el que “oficia” un trabajo allí donde está.

Sin dudas, hemos pasado de la oficina-espacio a la oficina-tiempo.

Los griegos distinguían dos tipos de tiempo, el cronos y el kairós, del que procede la palabra “gracia” como algo venturoso y feliz. Que algo “tenga gracia” no solo significa que sea divertido, sino también que posee kairós

El kairós era el tiempo interior, subjetivo, personalísimo, instantáneo, muy diferente al cronos, el tiempo cronológico y sucesivo. Sin embargo, aun siendo de manera sustancial tan diferentes, no estaban por completo disociados ya que el kairós siempre ocurre en el cronos, la subjetividad siempre deja huellas en los relojes.

En el mundo del trabajo, desde luego, ambas temporalidades están presentes, y más presentes todavía si aceptamos que trabajar es en esencia una actividad temporal. De hecho, la expresión que más utilizamos cuando nuestra jornada laboral no da más de sí es precisamente “no tengo tiempo”.

Si esto es así, tal vez tenga sentido pensar sobre qué significan esos antiguos conceptos griegos para los que vivimos en oficinas-tiempo, y en las que cronos y kairós deberían ir de la mano.

En la oficina-tiempo, cronos y kairós implican dos medidas distintas, la primera más vinculada con la consecución de objetivos y el rendimiento; la segunda con la autorrealización y la plenitud, y van de la mano -por supuesto- porque nadie puede sentirse autorrealizado y pleno siendo un gran procrastinador: por obvio que resulte decirlo, el trabajo solo deja réditos para quienes efectivamente se dedican a llevarlo a cabo.

Ahora bien, una mirada más atenta al tiempo del trabajo podría llevarnos a descubrir que la consecución de objetivos y el rendimiento, por el lado del cronos, y la autorrealización y la plenitud, por el del kairós, no agotan lo que ese tiempo significa, ni pueden interpretarse los primeros como causa de los segundos.

El tiempo que dedicamos al trabajo cronológicamente solo puede convertirse en kairós, en gracia, en felicidad, si es un tipo de trabajo que posee significado, sentido y propósito, es decir, si puede responder de alguna manera a las preguntas qué, por qué y para qué.

No comprender del todo lo anterior dificulta, en consecuencia, la comprensión del modo más profundo en virtud del cual la oficina-espacio se ha transformado en oficina-tiempo, y complica en gran manera la eficacia de las políticas de Recursos Humanos que no lo tienen en cuenta.

Así, pensar en los colaboradores como personas que dedican su tiempo al trabajo, tal y como tradicionalmente se ha hecho, no es ni mucho menos lo mismo que concebirlos como quienes tienen como trabajo al tiempo, cronos y kairós, como quienes trabajan con el tiempo y en el tiempo. Pueden “no tener tiempo para nada”, pero al menos de ellos no podrá decirse que no tienen nada para el tiempo.

Por decirlo de una manera breve y deliberadamente sencilla, el trabajo del tipo-cronos responde a la lógica del “know how” y el “multitasking”, y el del tipo-kairós a la modalidad del “know why” y el “multipurpose”.

Desde el punto de vista del colaborador, o de las áreas de Recursos Humanos, o de las de comunicación interna que deben comunicar las decisiones y políticas que se adopten, es tan grave confundir cronos y kairós como ignorar uno de ellos, algo que suele suceder en detrimento del kairós y a favor del cronos, sin duda porque el rendimiento y la consecución de objetivos son medibles, o mucho más fácilmente medibles que la autorización y la experiencia de plenitud.

Sin embargo, en algunos aspectos cruciales para las organizaciones contemporáneas, como la retención del talento, el “employee journey” o la “people experience”, la experiencia del kairós es mucho más decisiva que la del cronos, y aun así apenas es investigada. De hecho, es en el kairós -y no en el cronos- donde experimentamos un trabajo con sentido.

En todo lo anterior la comunicación interna tiene mucho para decir, pues solo una narrativa organizacional puede fomentar el vínculo estrecho entre ambas temporalidades, cronos y kairós, una narrativa que apele tanto a la mente como al corazón, a los aspectos técnicos del trabajo y a los éticos por igual, que sea capaz de lograr esa alquimia feliz en la que los colaboradores comprendan que su verdadero sentido de pertenencia -a sí mismos y a la organización- es el de pertenecer a sus propios tiempos.

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